viernes, 28 de diciembre de 2018

Tema 3: La enseñanza-aprendizaje y certificación de lenguas extranjeras por las instituciones internacionales


En el proceso de enseñanza-aprendizaje de una lengua se cuenta con varios agentes implicados, siendo los dos principales el docente y el alumnado. Ya que las autoridades educativas no obligan a especificar el vocabulario o la gramática, sino que concentran las especificaciones de los objetivos, es el docente el encargado de planificar la secuenciación y metodología en la que se van a trasmitir los contenidos, objetivos y competencias. Para ello, y teniendo en cuenta el contexto del alumnado, llevará a cabo su tarea siguiendo bien una metodología única o ecléctica que considere oportunas. De esta manera, el docente no solo diseña las tareas, pruebas y evalúa el progreso del alumnado, sino que también representa un modelo de las prácticas a seguir como futuro individuo que sepa aprender de manera autónoma o enseñar.
En el proceso de enseñanza-aprendizaje de las lenguas extranjeras han existido diversas metodologías a lo largo de la historia, cada una respondiendo a un contexto o manera de pensar diferente. Entre las metodologías más conocidas se hallan la de gramática-traducción, el método natural, el oral y situacional, el audiolingüe, el comunicativo, el TPR, el del silencio y la sugestopedia.
El primero, de gramática-traducción se empleaba originalmente con el latín y el griego, y en el siglo XIX empezó también a utilizarse con las lenguas modernas. En este método, la clase se lleva a cabo en la L1 y se aprende de manera deductiva. Esto significa que se le dan las normas de estructura y una lista de vocabulario del L2 con sus correspondientes en L1, y el alumnado aplica estos contenidos en la traducción de fragmentos de textos, normalmente de tipo literario. Ya que no se practica la competencia oral, el uso de este método implica carencias en la comunicación, lo cual no lo hace idónea para la enseñanza de idiomas según el enfoque comunicativo actual. Este método es de tipo clásico, y frente a él surgen posteriormente diferentes metodologías más basadas en el uso práctico de la lengua.
El método natural, por ejemplo, difiere del de gramática-traducción y se sitúa prácticamente en el otro lado del espectro. Esta metodología aparece en el libro The Natural Approach: Language Acquisition in the Classroom en 1983, desarrollada por Stephen Krashen (lingüista) y Tracy Terrell (profesora de español en California), basadas en la teoría de la adquisición-aprendizaje de una lengua. Según esta teoría, cualquier individuo sería capaz de aprender una lengua extranjera (L2) de manera natural, sin clases formales, como se aprendería el L1, siguiendo una metodología que combina elementos de otras anteriores, para facilitar que el modelo sea el más parecido posible a la vida real. Los recursos empleados son, por ejemplo, la mímica, el contexto, los objetos, videos y otras ayudas visuales, y no simplemente el uso de un libro de texto. Está muy enfocado a la oralidad, centrado en el idioma como herramienta de comunicación y el énfasis, puesto en actividades que tengan un input comprensible situado un nivel por encima del que poseen. El profesorado da guía y se centra en las habilidades comunicativas, no solo en la gramática, y corrige solo aquellos errores que sean necesarios. Los alumnos aprenden utilizando las estrategias de adquisición del L1. Por lo tanto, se puede decir que esta metodología está centrada en el alumnado y no es, pues, magistrocentrista. Como ejemplos de actividades podemos encontrar el hablar en grupo, hablar en parejas sobre una foto, Simón dice, dibujar, llenar huecos en una canción, poner fotos en orden, buscar diferencias, etc. En el siguiente vídeo podréis ver más información sobre este método.
Cabe señalar que el método natural surge, además, en contra del método audiolingüe que se empleaba en Estados Unidos desde los años 60. Este estaba basado en programas para el aprendizaje en el ejército americano, donde primaba aprender a poder comunicarse en otra lengua de manera rápida. El rol del alumnado era pasivo, frente al papel activo del profesor. En este sentido, seguía las líneas de una metodología clásica, pero con la innovación de que se creaban estructuras lingüísticas que servían para expresar ideas. Por ejemplo, se enseñaba “I like dogs”. Posteriormente y tras escuchar la estructura, el alumnado debía repetir hasta memorizarla. Luego se sustituía “dogs” por “cats” para formar “I like cats”, y así de manera sucesiva. El objetivo era principalmente hablar en la lengua extranjera. No obstante, si bien se practicaba la oralidad y la pronunciación, el idioma no estaba contextualizado en ninguna situación y no se solía explicar de manera suficiente el funcionamiento, por lo que no siempre se entendía lo que se decía.
Si bien estos tres modelos no son los únicos presentes a lo largo de la historia, sí representan tres maneras de entender y transmitir un idioma. A partir de los años 80 y 90 se empieza a hablar del enfoque comunicativo y la necesidad de que el idioma tenga un propósito orientado a la interacción y cooperación con otros individuos. Por lo tanto, en el panorama actual se trabaja mediante una metodología en la que se lleven a cabo proyectos en grupos medianos o por parejas, combinando elementos de diferentes métodos y en los que se incentive la competencia del autoaprendizaje en contextos de la vida real.
A lo largo de la historia han existido, pues, diversas metodologías, cada una adaptada a las necesidades o formas de concebir la enseñanza de un idioma en un determinado período. No obstante, si bien hoy en día consideramos algunas de esas metodologías como anticuadas o poco prácticas, no debemos olvidar que quienes las llevaron a cabo en el pasado posiblemente las consideraban las más innovadoras. Cabe preguntarse, entonces, si lo que hoy consideramos lo ideal lo es en realidad, en especial cuando la práctica docente se ve restringida por normativas de centro, padres, peticiones del alumnado y la necesidad de que el material creado sea rentable. Ciertamente, y con independencia de estos factores, las metodologías actuales no serán tan bien vistas dentro de algunas décadas, cuando debamos volver a adaptarnos a los tiempos y a las necesidades del alumnado.

viernes, 21 de diciembre de 2018

Tema 4: Los niveles de referencia de aprendizaje de lenguas y el desarrollo de competencias

Con anterioridad habíamos hablado del Marco Común Europeo de Referencia para las lenguas (MCER), sus características y como su enfoque estaba orientado a la acción. Otro de los elementos característicos presentes en el Marco y, por tanto, en los diversos programas de idiomas, son las competencias.
En docencia ya son conocidas las 7 competencias clave que se deben incluir de manera transversal en la enseñanza, no solo de lenguas, sino también de otros ámbitos, y que parten de un documento de origen europeo. Se trata de una Recomendación realizada en el año 2006, donde se planteaba que la educación tuviera un enfoque orientado al aprendizaje para y durante toda la vida. Por ello, y con el fin de desarrollar la ciudadanía activa de la que tanto hemos hablado, se proponen estas 7 competencias que abarcan diversos campos de la vida.
El Marco especifica una serie de competencias generales, las cuales forman parte del aprendizaje para toda la vida, y otras comunicativas. Estas últimas, ligadas directamente a las lenguas. No obstante, no podríamos desligar unas de otras. Por ejemplo, dos de los elementos de la competencia del conocimiento declarativo (saber) son el conocimiento sociocultural y la consciencia intercultural. Ambas comparten como nexo la percepción y comprensión de los referentes culturales asociados, por ejemplo, a las lenguas. Estos conocimientos son de especial relevancia dado no solo el contexto multicultural y multilingüístico de la Unión Europea, sino también por la relación con otros países no miembros con los que se tiene relación, con el objetivo de luchar contra el racismo y la intolerancia. No obstante, incluso cuando este objetivo es noble, el profesorado puede llegar a caer en estereotipos. Cuando usamos ejemplos o estructuras del tipo “En ese país se dice...”, corremos el riesgo de asumir que una representación pueda convertirse en un estereotipo de una sociedad o cultura concreta.
La escritora Chimamanda Ngozi Adichie señala precisamente esto en The Danger of a Single Story, donde comenta cómo ella misma ha caído en la trampa de asumir estereotipos. Por lo tanto, como educadores, tener en cuenta este aspecto resulta fundamental tanto a la hora de enseñar como de formarse en la docencia. En varias ocasiones se asumen aspectos de otras culturas como realidades. En este caso hablaríamos de aspectos relacionados con la puntualidad, la gastronomía o la propia práctica educativa.
No es inusual encontrar estudios comparativos sobre diferentes modelos y sistemas educativos, tanto a nivel nacional como internacional. Resultados concretos como los informes PISA son un referente a nivel internacional que sirven para ilustrar el nivel de competencia en una serie de habilidades en diferentes países. Al basarse en ello, se realizan asimismo estudios comparativos, con el fin de analizar qué se puede aprender de esos modelos e integrarlos en el propio. No obstante, calificar a un sistema como el mejor sería caer una vez más en un estereotipo. Si bien es cierto que, algunos elementos de, por ejemplo, el sistema finlandés serían interesantes de aplicar en el modelo español, no todos se adecuarían a la sociedad o tendrían el mismo resultado en el alumnado español. Asimismo, la realidad en las aulas es, en varias ocasiones, diferente de lo que se ve “sobre el papel”, aunque esta realidad no siempre puede observarse desde fuera. 
Uno de los elementos singulares de la educación en el sistema finlandés es un curso de cocina, el cual se enseña de manera práctica y mediante el uso de este recetario en los centros.

Por lo tanto, integrar en la ESO cursos para aprender a cocinar sería una manera interesante de poner en práctica el desarrollo de las destrezas de la vida (saber hacer), y sería muy fácil llevarlo a cabo en lenguas extranjeras (dado su carácter transversal), y en especial teniendo en cuenta que el MCER posee un enfoque orientado a la acción. No obstante, entender que todo el sistema educativo finlandés es muy superior a otros, sería, quizás, caer en estereotipos que no contemplan otros aspectos de la realidad social del país.
Las competencias son, pues, fundamentales en el aprendizaje, y trabajar por proyectos es una de las tantas herramientas que se pueden utilizar. Asimismo, los cursos o programas orientados al aprendizaje para la vida real cobran especial relevancia en el desarrollo de las competencias. En este ejemplo, se ha intentado unir el aprendizaje de tipo informático con la mejora de un idioma y se ha procurado que la puesta en práctica de las actividades tenga relación con actividades de la vida real, como sería contactar con un arrendatario en un país extranjero. Asimismo, en este caso se tendrían que poner en marcha las competencias no solo del saber hacer, sino también las del saber, ya que todas las interacciones con otra cultura conllevan, pues, que se tenga en cuenta conocimientos socioculturales y consciencia intercultural entre otros.
Las competencias son, pues, parte integral del aprendizaje para y a lo largo de toda la vida, y su desarrollo compete a las diferentes instituciones y al profesorado, como agente en contacto directo con el alumnado. Cabe destacar, sin embargo, que estas competencias, y en especial aquellas relacionadas con la percepción, comprensión y relación con otros países y culturas merece un cuidado especial con el fin de no caer en estereotipos que comprendan una sola realidad.

miércoles, 19 de diciembre de 2018

El Sistema Educativo de Finlandia

¡Hola!
Aquí os dejo la presentación sobre el sistema educativo de Finlandia




 Enlaces:

Eurydice

Finnish National Agency for Education

Ministry of Education and Culture

Pérez Granados, L. (2014) Análisis de las pruebas de acceso a la formación de docentes en España y Finlandia: conocimientos o competencias. Revista Complutense de Educación. Vol. 26 Nº 3. pp. 591-609. Universidad de Málaga.

PISA

Sahlberg, P. (2015). Finnish Lessons 2.0. What Can the World Learn From Educational Change in Finland. Second Edition. Teachers College Press: Columbia University.

viernes, 14 de diciembre de 2018

Tema 2: El MCER


Uno de los elementos más empleados por las Escuelas Oficiales de Idiomas, es el Marco Común Europeo de Referencia para las lenguas (MCER). Este documento permite a todo aquel usuario de una o más lenguas conocer su nivel en el idioma escogido. No obstante, tal y como su nombre indica, este marco es referencial y, en especial, tiene una naturaleza autoevaluadora.
Al echar un vistazo a dicho documento, podemos apreciar la manera en la que fue diseñado y cómo organiza estos niveles de adquisición de una lengua.
Los niveles comprenden desde el A (básico), B (intermedio), hasta el C (avanzado). Asimismo, se subdivide en destrezas de lectura, escritura, comprensión e interacción oral. En cada nivel, el usuario debe ser capaz de llevar a cabo ciertas tareas. Esta medición puede llevarla a cabo un docente, así como el propio usuario de la lengua. De hecho, la autoevaluación y el aprendizaje independiente son partes fundamentales del Marco.

La autoevaluación es un tipo de evaluación que cuenta con varios puntos a favor como el conocimiento de uno mismo, la habilidad para detectar objetivamente aquellos aspectos que se pueden mejorar y aquellas habilidades que se poseen y en las que se es experto. Por este motivo, las preguntas del cuestionario se suelen plantear de manera que el “yo” sea el agente que las pueda responder. Utiliza verbos como “comprendo”, “presento” o “me expreso” entre otros, lo que supone que el usuario debe ser capaz de medir su propia capacidad para realizar ciertas tareas. Si bien en principio esta herramienta de medición puede considerarse positiva, una puesta en práctica revela que, en varias ocasiones, el nivel que el MCER indica difiere del que se posee mediante certificaciones o del que se cree que se tiene. En general la aplicación revela un nivel más alto del que en realidad se tiene.

¿Y qué significa esto? Quizás el usuario no sea capaz de medir sus destrezas con objetividad, o quizás, dado el carácter de la propia prueba, estos parámetros fallan en objetividad. Después de todo, se trata de un marco de referencia donde se evita ser dogmático. Los niveles del MCER son, pues, descriptores de habilidad, pero no todos los usuarios realizan exactamente lo mismo. Entonces, ¿para qué sirve el MCER?


Según el propio documento cumple “el objetivo principal del Consejo de Europa según se define en las recomendaciones R (82) 18 y R (98) 6 del Comité de Ministros: «conseguir una mayor unidad entre sus miembros» y aspirar a este objetivo «adoptando una acción común en el ámbito cultural»”. Por lo tanto, busca que todos los miembros de Europa sean capaces de comunicarse los unos con los otros, sin que exista una barrera lingüística o cultural que limite la interacción. Y esta meta es un reflejo del modelo social actual en Europa, en el que se basan los sistemas educativos que buscan que los individuos de una sociedad ejerzan una ciudadanía activa y que colaboren los unos con los otros. El Marco es, pues, un referente en varios niveles.

Cabe señalar que el MCER tiene como objetivo hacer que los profesionales de la enseñanza se planteen preguntas y que los usuarios sean capaces de autoevaluar sus distintas capacidades y destrezas lingüísticas. Por lo tanto, no se trata de un documento que establezca cómo enseñar, sino de una guía o ayuda.
Esta guía se puede aplicar en la creación de cursos de diferente índole, con el fin de diseñar su planificación, selección de contenidos, objetivos y competencias y cómo estas se llevarán a cabo de manera integral. Asimismo, deben fomentar el aprendizaje independiente y considerar más realidades que la puramente lingüística, tales como la social, afectiva, etc.
En una puesta en práctica real, se plantearon diferentes tipos de cursos, uno de ellos orientado a usuarios de más de 50 años, cuyas necesidades tenían que ver con su realidad social (mantener contacto con familiares en otros países, establecer contacto con otras personas de su edad, etc.), al mismo tiempo que se ayudaba a adquirir conocimientos de informática, tales como el manejo de un procesador de textos, el uso de redes sociales o plataformas de videollamada. En el siguiente enlace podréis echar un vistazo al modelo diseñado, donde se incluyen las competencias tanto generales como específicas de las tareas propuestas para este tipo de curso.

Por ejemplo, en el caso de escribir una carta a un arrendatario en el extranjero, se debe tener en cuenta la tipología de texto que se va a emplear (en este caso, una carta), así como las estrategias (planificación de los puntos que debe incluir, aplicación de vocabulario concreto, etc.), el conocimiento sociocultural que se posee del país receptor o la competencia sociolingüística (normas de cortesía) del destinatario. Por lo tanto, este curso incluye una serie de elementos más allá de los puramente lingüísticos; aspectos presentes en el MCER y que se buscan emplear de manera integral en el aprendizaje de idiomas.
Y esto es todo por el momento.
¡Hasta la próxima!

viernes, 30 de noviembre de 2018

Tema 5: El diseño curricular básico. El debate piramidal y las competencias clave


Uno de los elementos utilizados en estas clases de manera constante es el debate piramidal y el trabajo en equipo, sea este pequeño o grande. Y si bien casi todos hemos trabajado en grupo en nuestra vida, no siempre lo hemos hecho en debate piramidal. No obstante, este constituye un método eficaz para que el alumnado trabaje de manera conjunta y aúne esfuerzos, en especial cuando la tarea conlleva el análisis de grandes partes de documentos oficiales, como en el caso del análisis de la organización curricular en ESO y FP.

No resulta extraño trabajar de esta manera una vez que uno se acostumbra a la dinámica, lo que facilita que cada vez que se pone en práctica, el tiempo que tarda un grupo en organizarse es cada vez menor. Asimismo, involucra, como en el caso del uso de Kahoot, el hecho de hacer concesiones y llegar a acuerdos sobre la versión final de una respuesta o análisis. Mediante el uso del debate piramidal se hace un ejercicio de análisis individual o en parejas, que luego se resume para ponerse en común con otra pareja y posteriormente se comenta con otro grupo de cuatro miembros para finalizar en un debate del gran grupo. Asimismo, surge la presencia de un representante del grupo que se encarga de transmitir las ideas y cuyo rol suele cumplir siempre la misma persona. En el caso de dar contenido más bien teórico como en el caso de estas sesiones, dividir las tareas resulta fundamental para que el alumnado participe de manera activa y se cubran diversas partes de un tema. Asimismo, esta información posteriormente se comparte a través de un documento de Google o de una presentación realizada con una herramienta multimedia.

Si trasvasamos esta dinámica a un aula con estudiantes de la Escuela de Idiomas y de la ESO, vemos que en una se suele aplicar este método con más frecuencia que en la otra. Como estudiante de la Escuela de Idiomas, resulta habitual que se debata en un estilo muy similar al visto en clase. No obstante, en mis años previos como estudiante de secundaria, el debate prácticamente no tenía lugar sin importar el nivel en el que me hallase. No obstante, si queremos que el alumnado ejercite su ciudadanía activa, tal y como recomendaba el Parlamento Europeo y el Consejo en el año 2006, resulta contradictorio que esta dinámica no se aplique en la fase crucial en la que un individuo empieza a formar parte de la realidad social que le rodea.

Uno de los primeros contenidos tratados mediante el debate piramidal ha sido el de los cuatro elementos imprescindibles que debe contener una programación. Reducir la clasificación a cuatro fue una tarea que demostró que prácticamente todos los elementos son de vital importancia. Los contenidos por su naturaleza epistemológica, la evaluación por la necesidad de ofrecer una retroalimentación al alumnado de manera continua, el contexto por la información del entorno que se otorga al docente a la hora de diseñar una actividad o tarea, la metodología que se va a seguir y los objetivos marcados con el fin de tener una meta, así como los recursos con los que se cuenta, no necesariamente de tipo material. Además, un elemento que también resulta fundamental son las competencias, divididas en siete tipos y que son ineludibles en cualquier tipo de diseño curricular, ya que vienen pautadas una vez más por la mencionada Recomendacióndel Parlamento Europeo y el Consejo en 2006, que establece las competencias clave para el aprendizaje permanente.

Y es gracias a esas competencias donde el debate piramidal cobra especial relevancia, ya que incluye tanto la competencia lingüística, como la de aprender a aprender, la social y cívica, la digital, la de sentido de iniciativa y espíritu emprendedor e incluso podría incluirse la matemática y la de conciencia y expresión cultural. Todos ellos están presentes en el día a día y las actividades que las fomenten son, pues, fundamentales para su desarrollo. En ese caso, si las competencias están tan ligadas a la ciudadanía activa que tanto se busca, el diseño de las tareas debería ser acorde a esa visión y, si bien, esta está más o menos presente en algunos centros, en otros resulta prácticamente inexistente. Una búsqueda en las programaciones de algunos centros de enseñanza secundaria obligatoria al azar demuestra que todavía existe cierta reticencia a la instauración de este tipo de actividades, bien por falta de organización o de gestión de grandes grupos a nivel adolescente.

Tema 5: El diseño curricular básico. Uso de la gamificación




En numerosas ocasiones el alumnado, sin importar el nivel al que pertenezca, se ha quejado de la falta de motivación que posee para superar una asignatura o curso. Hoy en día, y gracias al acceso a internet y a las herramientas que allí podemos encontrar, es fácil encontrar aplicaciones o páginas que nos ayuden a resolver este factor motivacional. Con el propósito de diseñar clases más didácticas y entretenidas donde el juego sea un elemento crucial, se habla de la gamificación. La gamificación puede tener lugar de diversas maneras, mediante un Escape Room virtual, una búsqueda del tesoro o cualquier otra gran o pequeña actividad que se le ocurra al profesorado. Una de las herramientas quizás más conocidas en el ámbito de la enseñanza sea Kahoot, el cual hemos tenido la oportunidad de probar en clase. Mediante Kahoot, el alumnado participa en una especie de torneo donde tanto los conocimientos que se posea como el tiempo de respuesta son igual de importantes para asegurar la victoria. Permite que el alumnado participe de manera individual como en pequeños grupos de dos o tres personas.



Es destacable su uso gratuito y su diseño a la vez simple pero más atractivo que un mero formulario. Permite responder a preguntas de respuesta múltiple e incorpora, como toda gamificación, un componente de competición que genera, a su vez, que el alumnado se esfuerce por obtener la respuesta correcta. Asimismo, cabe destacar que su diseño facilita que alumnado con alguna deficiencia visual leve sea capaz de participar, ya que las respuestas son fácilmente identificables por forma y color. Asimismo, permite que el docente realice una evaluación inicial para comprobar los conocimientos previos del alumnado, ofrece retroalimentación sobre las áreas en las que se debe trabajar más, y resulta una herramienta de observación y análisis del propio comportamiento del alumnado. Por ejemplo, en el caso de trabajar en parejas, tal y como se ha realizado en clase, ambos integrantes han tenido que ponerse de acuerdo en la solución que dar en apenas unos segundos. Esto implica que se desarrollan otras áreas trasversales y competencias tales como la cooperación y la comunicación, así como el fomento del respeto por las opiniones de los demás. Demuestra que, en ocasiones, alguien puede no saber la respuesta, pero buscar ayuda de otra persona que participa en el grupo, que se pueden tener diferentes opiniones y aprender a ceder y a aceptar que a veces se pierde.
Si bien en la primera ocasión que lo probamos, la falta de experiencia con la aplicación y de conocimientos sobre la organización del sistema educativo y el diseño curricular no dio buenos resultados, una segunda partida posterior demostró que era una herramienta a la que se le podía sacar bastante provecho, ya que ofrecía la posibilidad de hacer más dinámica la clase y evitar en cierta medida el magistrocentrismo. Definitivamente, probar este tipo de herramientas desde el punto de vista del estudiante y no del docente me parece útil a la hora de diseñar cualquier tipo de actividad, ya que de esta manera se puede comprobar el grado de dificultad y la aceptación que podrá tener nuestra propuesta educativa.

Asimismo, cabe destacar el uso de otras aplicaciones más conocidas en el aula como el uso de Google docs, que permite compartir documentos con un grupo más numeroso de alumnos, el cual también puede editar y trabajar de manera colaborativa. Quizás uno de los problemas que surge con esta herramienta es el sistema de edición, que puede fallar cuando varios estudiantes trabajan al mismo tiempo en el mismo documento. No obstante, es una herramienta que, al igual que Dropbox, permite compartir archivos de manera rápida.

En resumen, cualquier tipo de innovación relacionada con el uso de las nuevas tecnologías es relevante, en especial el uso de la gamificación, que resulta ideal para cualquier tipo de proceso de enseñanza, y en especial en el caso de alumnado joven como el de la educación secundaria, más costumbrado que el docente a emplear este tipo de aplicaciones en su vida diaria. Cabría preguntarse, sin embargo, si todo el profesorado está preparado para el cambio constante en los recursos TIC, y si no sería recomendable que, de manera continua y obligatoria, el profesorado se formase en nuevas plataformas, herramientas, aplicaciones, etc., para evitar quedarse cada vez más rezagado en comparación a su alumnado.

Tema 1: La enseñanza de lenguas en el presente modelo educativo, nacional y autonómico


En lo que concierne a la educación en España, esta ha pasado por varias etapas legislativas a lo largo de la historia del país. Actualmente, la enseñanza de las lenguas extranjeras goza de un creciente prestigio otorgado por el carácter multilingüe y multiétnico de la Unión Europea, donde se buscar formar a personas que sean capaces de desarrollar una ciudadanía activa (Recomendación del Parlamento Europeo y del Consejo, 2006).

No obstante, llama la atención el tratamiento de las lenguas extranjeras de principios del siglo XX, ya que la premisa en la que se basaba la enseñanza de estas lenguas se asemeja a la actual. Por ejemplo, el prólogo de la Reforma del plan de estudios de la enseñanza secundaria obligatoria de 1900 (apud Ocaña et al.)*, identifica el conocimiento de un idioma como una “imperiosa necesidad de la vida moderna de relación de unos pueblos con otros”. Esta perspectiva no difiere demasiado de la actual recogida en el preámbulo de la LOMCE, donde se indica que una “sociedad más abierta, global y participativa demanda perfiles de ciudadanos y trabajadores, más sofisticados y diversificados” para la cual la LOMCE fomenta el ámbito del plurilingüismo. La teoría parece, a priori, apoyar la visión de una educación para una sociedad más activa, que se puede comunicar no solo entre idiomas, sino también entre culturas. No obstante, esta visión tan moderna parece reflejarse de manera pobre en su aplicación práctica en las aulas, donde rige el magistrocentrismo en la mayoría de las veces, y donde no se aprende a desarrollar las destrezas y competencias que sirvan para un aprendizaje a lo largo de la vida.

Esta situación tampoco es de extrañar dado el constante cambio en legislación educativa por la que pasa el país con cada cambio de partido político. En la actual “mejora de la calidad educativa”, se establece, por ejemplo, que la enseñanza secundaria obligatoria se divida en dos ciclos, el primero correspondiente a 1º, 2º y 3º de la ESO y el segundo, a 4º. En este segundo ciclo, el alumnado podrá decidir si seguir un itinerario de enseñanzas académicas o de enseñanzas aplicadas, denominado este último como FPB (Formación Profesional Básica). En este segundo ciclo, las lenguas extranjeras forman parte de las asignaturas troncales.

Un análisis más detallado demuestra que, al tratarse de una materia troncal, el nivel que se debe alcanzar es el mismo tanto si se opta por un itinerario como por otro. Asimismo, no se detallan los objetivos más allá de “Desenvolver habilidades lingüísticas básicas en lingua estranxeira para comunicarse de forma oral e escrita en situacións habituais e predicibles da vida cotiá e profesional.” Las lenguas extranjeras no están, pues, diseñadas para enseñarse en un marco específico, si bien el alumnado debe optar por diferentes itinerarios según su futuro académico-laboral.

Por lo tanto, surge un debate con respecto a esta nueva organización en la educación, ya que algunos se cuestionan la importancia de la Formación Profesional Básica con respecto a un itinerario más académico y, por ende, de “más prestigio”. Asimismo, deberíamos preguntarnos si el alumnado está, a esa edad, lo suficientemente informado o preparado para tomar este tipo de decisiones. Y finalmente, si este tipo de decisión realmente importa para el futuro del alumnado, ya que las diferentes etapas, y en especial el tratamiento de las lenguas extranjeras, permiten igualmente el acceso a otros niveles. Por ejemplo, un estudiante que ha cursado Formación Profesional puede acceder a la Universidad sin necesidad de pasar por el Bachillerato.

En resumen, las lenguas extranjeras han pasado a través de diferentes reformas educativas, en varias ocasiones con expresa mención a su función en la formación del alumnado de manera activa y en su desarrollo personal y profesional. No obstante, y a pesar de estos cambios, no parece haber cambios significativos a nivel práctico. Cabe preguntarse, pues, si en este clima de cambio político, estas legislaciones volverán a cambiar y, de ser así, si lo harán de manera eficaz o, si una vez más, volverá a ser meramente teórico.

*Real Decreto de 20 de julio de 1900 reformando el plan de estudios de segunda enseñanza.

Referencias:

Recomendación del Parlamento Europeo y del Consejo, de 18 de diciembre de 2006, sobre las competencias clave para el aprendizaje permanente [en línea]. Disponible en: https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/?uri=celex%3A32006H0962

Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa [en línea]. Disponible en: https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2013-12886

Ocaña Villuendas, Laura; López Gayarre, Alicia; Morales Gálvez, Carmen; Arrimadas Gómez, Irene; Ramírez Nueda, Eulalia. La enseñanza de las lenguas extranjeras en España. Eurydice: Estudios monográficos comparados. Secretaría General Técnica. Centro de Publicaciones. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. [en línea] Disponible en: https://sede.educacion.gob.es/publiventa/la-ensenanza-de-las-lenguas-extranjeras-en-espana/investigacion-educativa/8757