En el proceso de
enseñanza-aprendizaje de una lengua se cuenta con varios agentes implicados,
siendo los dos principales el docente y el alumnado. Ya que las autoridades
educativas no obligan a especificar el vocabulario o la gramática, sino que
concentran las especificaciones de los objetivos, es el docente el encargado de
planificar la secuenciación y metodología en la que se van a trasmitir los
contenidos, objetivos y competencias. Para ello, y teniendo en cuenta el
contexto del alumnado, llevará a cabo su tarea siguiendo bien una metodología
única o ecléctica que considere oportunas. De esta manera, el docente no solo
diseña las tareas, pruebas y evalúa el progreso del alumnado, sino que también
representa un modelo de las prácticas a seguir como futuro individuo que sepa aprender
de manera autónoma o enseñar.
En el proceso de enseñanza-aprendizaje
de las lenguas extranjeras han existido diversas metodologías a lo largo de la
historia, cada una respondiendo a un contexto o manera de pensar diferente. Entre
las metodologías más conocidas se hallan la de gramática-traducción, el método
natural, el oral y situacional, el audiolingüe, el comunicativo, el TPR, el del
silencio y la sugestopedia.
El primero, de
gramática-traducción se empleaba originalmente con el latín y el griego, y en
el siglo XIX empezó también a utilizarse con las lenguas modernas. En este
método, la clase se lleva a cabo en la L1 y se aprende de manera deductiva.
Esto significa que se le dan las normas de estructura y una lista de
vocabulario del L2 con sus correspondientes en L1, y el alumnado aplica estos
contenidos en la traducción de fragmentos de textos, normalmente de tipo
literario. Ya que no se practica la competencia oral, el uso de este método
implica carencias en la comunicación, lo cual no lo hace idónea para la
enseñanza de idiomas según el enfoque comunicativo actual. Este método es de tipo
clásico, y frente a él surgen posteriormente diferentes metodologías más
basadas en el uso práctico de la lengua.
El método natural, por ejemplo,
difiere del de gramática-traducción y se sitúa prácticamente en el otro lado
del espectro. Esta metodología aparece en el libro The Natural Approach: Language Acquisition in the Classroom en
1983, desarrollada por Stephen Krashen (lingüista) y Tracy Terrell (profesora
de español en California), basadas en la teoría de la adquisición-aprendizaje
de una lengua. Según esta teoría, cualquier individuo sería capaz de aprender
una lengua extranjera (L2) de manera natural, sin clases formales, como se
aprendería el L1, siguiendo una metodología que combina elementos de otras
anteriores, para facilitar que el modelo sea el más parecido posible a la vida
real. Los recursos empleados son, por ejemplo, la mímica, el contexto, los
objetos, videos y otras ayudas visuales, y no simplemente el uso de un libro de
texto. Está muy enfocado a la oralidad, centrado en el idioma como herramienta
de comunicación y el énfasis, puesto en actividades que tengan un input comprensible situado un nivel por
encima del que poseen. El profesorado da guía y se centra en las habilidades
comunicativas, no solo en la gramática, y corrige solo aquellos errores que
sean necesarios. Los alumnos aprenden utilizando las estrategias de adquisición
del L1. Por lo tanto, se puede decir que esta metodología está centrada en el
alumnado y no es, pues, magistrocentrista. Como ejemplos de actividades podemos
encontrar el hablar en grupo, hablar en parejas sobre una foto, Simón dice,
dibujar, llenar huecos en una canción, poner fotos en orden, buscar
diferencias, etc. En el siguiente vídeo podréis ver más información sobre este
método.
Cabe señalar que el método
natural surge, además, en contra del método audiolingüe que se empleaba en
Estados Unidos desde los años 60. Este estaba basado en programas para el
aprendizaje en el ejército americano, donde primaba aprender a poder comunicarse
en otra lengua de manera rápida. El rol del alumnado era pasivo, frente al
papel activo del profesor. En este sentido, seguía las líneas de una
metodología clásica, pero con la innovación de que se creaban estructuras
lingüísticas que servían para expresar ideas. Por ejemplo, se enseñaba “I like
dogs”. Posteriormente y tras escuchar la estructura, el alumnado debía repetir
hasta memorizarla. Luego se sustituía “dogs” por “cats” para formar “I like
cats”, y así de manera sucesiva. El objetivo era principalmente hablar en la
lengua extranjera. No obstante, si bien se practicaba la oralidad y la
pronunciación, el idioma no estaba contextualizado en ninguna situación y no se
solía explicar de manera suficiente el funcionamiento, por lo que no siempre se
entendía lo que se decía.
Si bien estos tres modelos no son
los únicos presentes a lo largo de la historia, sí representan tres maneras de
entender y transmitir un idioma. A partir de los años 80 y 90 se empieza a
hablar del enfoque comunicativo y la necesidad de que el idioma tenga un
propósito orientado a la interacción y cooperación con otros individuos. Por lo
tanto, en el panorama actual se trabaja mediante una metodología en la que se
lleven a cabo proyectos en grupos medianos o por parejas, combinando elementos
de diferentes métodos y en los que se incentive la competencia del
autoaprendizaje en contextos de la vida real.
A lo largo de la historia han
existido, pues, diversas metodologías, cada una adaptada a las necesidades o
formas de concebir la enseñanza de un idioma en un determinado período. No
obstante, si bien hoy en día consideramos algunas de esas metodologías como
anticuadas o poco prácticas, no debemos olvidar que quienes las llevaron a cabo
en el pasado posiblemente las consideraban las más innovadoras. Cabe
preguntarse, entonces, si lo que hoy consideramos lo ideal lo es en realidad, en
especial cuando la práctica docente se ve restringida por normativas de centro,
padres, peticiones del alumnado y la necesidad de que el material creado sea
rentable. Ciertamente, y con independencia de estos factores, las metodologías
actuales no serán tan bien vistas dentro de algunas décadas, cuando debamos volver
a adaptarnos a los tiempos y a las necesidades del alumnado.