En numerosas ocasiones el alumnado, sin importar el nivel al
que pertenezca, se ha quejado de la falta de motivación que posee para superar
una asignatura o curso. Hoy en día, y gracias al acceso a internet y a las herramientas
que allí podemos encontrar, es fácil encontrar aplicaciones o páginas que nos
ayuden a resolver este factor motivacional. Con el propósito de diseñar clases
más didácticas y entretenidas donde el juego sea un elemento crucial, se habla
de la gamificación. La gamificación puede tener lugar de diversas maneras,
mediante un Escape Room virtual, una búsqueda del tesoro o cualquier otra gran
o pequeña actividad que se le ocurra al profesorado. Una de las herramientas
quizás más conocidas en el ámbito de la enseñanza sea Kahoot, el cual hemos tenido la oportunidad de probar en clase. Mediante
Kahoot, el alumnado participa en una
especie de torneo donde tanto los conocimientos que se posea como el tiempo de
respuesta son igual de importantes para asegurar la victoria. Permite que el
alumnado participe de manera individual como en pequeños grupos de dos o tres
personas.
Es destacable su uso gratuito y su diseño a la vez simple
pero más atractivo que un mero formulario. Permite responder a preguntas de
respuesta múltiple e incorpora, como toda gamificación, un componente de competición
que genera, a su vez, que el alumnado se esfuerce por obtener la respuesta
correcta. Asimismo, cabe destacar que su diseño facilita que alumnado con
alguna deficiencia visual leve sea capaz de participar, ya que las respuestas
son fácilmente identificables por forma y color. Asimismo, permite que el docente
realice una evaluación inicial para comprobar los conocimientos previos del alumnado,
ofrece retroalimentación sobre las áreas en las que se debe trabajar más, y
resulta una herramienta de observación y análisis del propio comportamiento del
alumnado. Por ejemplo, en el caso de trabajar en parejas, tal y como se ha
realizado en clase, ambos integrantes han tenido que ponerse de acuerdo en la
solución que dar en apenas unos segundos. Esto implica que se desarrollan otras
áreas trasversales y competencias tales como la cooperación y la comunicación,
así como el fomento del respeto por las opiniones de los demás. Demuestra que,
en ocasiones, alguien puede no saber la respuesta, pero buscar ayuda de otra
persona que participa en el grupo, que se pueden tener diferentes opiniones y
aprender a ceder y a aceptar que a veces se pierde.
Si bien en la primera ocasión que lo probamos, la falta de
experiencia con la aplicación y de conocimientos sobre la organización del sistema educativo y el diseño curricular no dio buenos
resultados, una segunda partida posterior demostró que era una herramienta a la
que se le podía sacar bastante provecho, ya que ofrecía la posibilidad de hacer
más dinámica la clase y evitar en cierta medida el magistrocentrismo. Definitivamente,
probar este tipo de herramientas desde el punto de vista del estudiante y no
del docente me parece útil a la hora de diseñar cualquier tipo de actividad, ya
que de esta manera se puede comprobar el grado de dificultad y la aceptación
que podrá tener nuestra propuesta educativa.
Asimismo, cabe destacar el uso de otras aplicaciones más
conocidas en el aula como el uso de Google
docs, que permite compartir documentos con un grupo más numeroso de alumnos,
el cual también puede editar y trabajar de manera colaborativa. Quizás uno de
los problemas que surge con esta herramienta es el sistema de edición, que
puede fallar cuando varios estudiantes trabajan al mismo tiempo en el mismo
documento. No obstante, es una herramienta que, al igual que Dropbox, permite compartir archivos de manera
rápida.
En resumen, cualquier tipo de innovación relacionada con el
uso de las nuevas tecnologías es relevante, en especial el uso de la
gamificación, que resulta ideal para cualquier tipo de proceso de enseñanza, y
en especial en el caso de alumnado joven como el de la educación secundaria, más
costumbrado que el docente a emplear este tipo de aplicaciones en su vida
diaria. Cabría preguntarse, sin embargo, si todo el profesorado está preparado
para el cambio constante en los recursos TIC, y si no sería recomendable que, de
manera continua y obligatoria, el profesorado se formase en nuevas plataformas,
herramientas, aplicaciones, etc., para evitar quedarse cada vez más rezagado en
comparación a su alumnado.
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