viernes, 14 de diciembre de 2018

Tema 2: El MCER


Uno de los elementos más empleados por las Escuelas Oficiales de Idiomas, es el Marco Común Europeo de Referencia para las lenguas (MCER). Este documento permite a todo aquel usuario de una o más lenguas conocer su nivel en el idioma escogido. No obstante, tal y como su nombre indica, este marco es referencial y, en especial, tiene una naturaleza autoevaluadora.
Al echar un vistazo a dicho documento, podemos apreciar la manera en la que fue diseñado y cómo organiza estos niveles de adquisición de una lengua.
Los niveles comprenden desde el A (básico), B (intermedio), hasta el C (avanzado). Asimismo, se subdivide en destrezas de lectura, escritura, comprensión e interacción oral. En cada nivel, el usuario debe ser capaz de llevar a cabo ciertas tareas. Esta medición puede llevarla a cabo un docente, así como el propio usuario de la lengua. De hecho, la autoevaluación y el aprendizaje independiente son partes fundamentales del Marco.

La autoevaluación es un tipo de evaluación que cuenta con varios puntos a favor como el conocimiento de uno mismo, la habilidad para detectar objetivamente aquellos aspectos que se pueden mejorar y aquellas habilidades que se poseen y en las que se es experto. Por este motivo, las preguntas del cuestionario se suelen plantear de manera que el “yo” sea el agente que las pueda responder. Utiliza verbos como “comprendo”, “presento” o “me expreso” entre otros, lo que supone que el usuario debe ser capaz de medir su propia capacidad para realizar ciertas tareas. Si bien en principio esta herramienta de medición puede considerarse positiva, una puesta en práctica revela que, en varias ocasiones, el nivel que el MCER indica difiere del que se posee mediante certificaciones o del que se cree que se tiene. En general la aplicación revela un nivel más alto del que en realidad se tiene.

¿Y qué significa esto? Quizás el usuario no sea capaz de medir sus destrezas con objetividad, o quizás, dado el carácter de la propia prueba, estos parámetros fallan en objetividad. Después de todo, se trata de un marco de referencia donde se evita ser dogmático. Los niveles del MCER son, pues, descriptores de habilidad, pero no todos los usuarios realizan exactamente lo mismo. Entonces, ¿para qué sirve el MCER?


Según el propio documento cumple “el objetivo principal del Consejo de Europa según se define en las recomendaciones R (82) 18 y R (98) 6 del Comité de Ministros: «conseguir una mayor unidad entre sus miembros» y aspirar a este objetivo «adoptando una acción común en el ámbito cultural»”. Por lo tanto, busca que todos los miembros de Europa sean capaces de comunicarse los unos con los otros, sin que exista una barrera lingüística o cultural que limite la interacción. Y esta meta es un reflejo del modelo social actual en Europa, en el que se basan los sistemas educativos que buscan que los individuos de una sociedad ejerzan una ciudadanía activa y que colaboren los unos con los otros. El Marco es, pues, un referente en varios niveles.

Cabe señalar que el MCER tiene como objetivo hacer que los profesionales de la enseñanza se planteen preguntas y que los usuarios sean capaces de autoevaluar sus distintas capacidades y destrezas lingüísticas. Por lo tanto, no se trata de un documento que establezca cómo enseñar, sino de una guía o ayuda.
Esta guía se puede aplicar en la creación de cursos de diferente índole, con el fin de diseñar su planificación, selección de contenidos, objetivos y competencias y cómo estas se llevarán a cabo de manera integral. Asimismo, deben fomentar el aprendizaje independiente y considerar más realidades que la puramente lingüística, tales como la social, afectiva, etc.
En una puesta en práctica real, se plantearon diferentes tipos de cursos, uno de ellos orientado a usuarios de más de 50 años, cuyas necesidades tenían que ver con su realidad social (mantener contacto con familiares en otros países, establecer contacto con otras personas de su edad, etc.), al mismo tiempo que se ayudaba a adquirir conocimientos de informática, tales como el manejo de un procesador de textos, el uso de redes sociales o plataformas de videollamada. En el siguiente enlace podréis echar un vistazo al modelo diseñado, donde se incluyen las competencias tanto generales como específicas de las tareas propuestas para este tipo de curso.

Por ejemplo, en el caso de escribir una carta a un arrendatario en el extranjero, se debe tener en cuenta la tipología de texto que se va a emplear (en este caso, una carta), así como las estrategias (planificación de los puntos que debe incluir, aplicación de vocabulario concreto, etc.), el conocimiento sociocultural que se posee del país receptor o la competencia sociolingüística (normas de cortesía) del destinatario. Por lo tanto, este curso incluye una serie de elementos más allá de los puramente lingüísticos; aspectos presentes en el MCER y que se buscan emplear de manera integral en el aprendizaje de idiomas.
Y esto es todo por el momento.
¡Hasta la próxima!

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