Con
anterioridad habíamos hablado del Marco Común Europeo de Referencia
para las lenguas (MCER), sus características y como su enfoque
estaba orientado a la acción. Otro de los elementos característicos
presentes en el Marco y, por tanto, en los diversos programas de
idiomas, son las competencias.
En
docencia ya son conocidas las 7 competencias clave que se deben incluir de
manera transversal en la enseñanza, no solo de lenguas, sino también
de otros ámbitos, y que parten de un documento de origen
europeo. Se trata de una Recomendación realizada en el año 2006,
donde se planteaba que la educación tuviera un enfoque orientado al
aprendizaje para y durante toda la vida. Por ello, y con el fin de
desarrollar la ciudadanía activa de la que tanto hemos hablado, se
proponen estas 7 competencias que abarcan diversos campos de la vida.
El
Marco especifica una serie de competencias generales, las cuales
forman parte del aprendizaje para toda la vida, y otras
comunicativas. Estas últimas, ligadas directamente a las lenguas. No
obstante, no podríamos desligar unas de otras. Por ejemplo, dos de
los elementos de la competencia del conocimiento declarativo (saber)
son el conocimiento sociocultural y la consciencia intercultural.
Ambas comparten como nexo la percepción y comprensión de los
referentes culturales asociados, por ejemplo, a las lenguas. Estos
conocimientos son de especial relevancia dado no solo el contexto
multicultural y multilingüístico de la Unión Europea, sino también por la relación con otros países no miembros con los que se tiene relación, con el objetivo de luchar contra el
racismo y la intolerancia. No obstante, incluso cuando este objetivo
es noble, el profesorado puede llegar a caer en estereotipos. Cuando
usamos ejemplos o estructuras del tipo “En ese país se dice...”,
corremos el riesgo de asumir que una representación pueda
convertirse en un estereotipo de una sociedad o cultura concreta.
La
escritora Chimamanda
Ngozi Adichie señala precisamente esto en The Danger of a Single Story, donde
comenta cómo ella misma ha caído en la trampa de asumir
estereotipos. Por lo tanto, como educadores, tener en cuenta este
aspecto resulta fundamental tanto a la hora de enseñar como de
formarse en la docencia. En varias ocasiones se asumen aspectos de
otras culturas como realidades.
En este caso hablaríamos de aspectos
relacionados con la puntualidad, la gastronomía o la propia práctica
educativa.
No
es inusual encontrar estudios comparativos sobre diferentes modelos y
sistemas educativos, tanto a nivel nacional como internacional.
Resultados concretos como los informes PISA son un referente a nivel
internacional que sirven para ilustrar el nivel de competencia en una
serie de habilidades en diferentes
países.
Al basarse en ello, se realizan asimismo estudios comparativos, con
el fin de analizar qué se puede aprender de esos modelos e
integrarlos en el propio. No obstante, calificar a un sistema como el
mejor sería caer una vez más en un estereotipo. Si bien es
cierto que, algunos elementos de, por ejemplo, el sistema finlandés serían interesantes de aplicar en el modelo español, no
todos se adecuarían a la sociedad o tendrían el mismo resultado en
el alumnado español. Asimismo, la realidad en las aulas es, en
varias ocasiones, diferente de lo que se ve “sobre
el
papel”, aunque esta realidad no siempre puede observarse desde
fuera.
Uno de los elementos singulares de la educación en el sistema finlandés es un curso de cocina, el cual se enseña de manera práctica y mediante el uso de este recetario en los centros.
Por
lo tanto, integrar en la ESO cursos para
aprender a cocinar sería una manera
interesante de poner en práctica el desarrollo de las destrezas de
la vida (saber hacer), y sería muy fácil llevarlo a cabo en lenguas
extranjeras (dado su carácter transversal), y en especial teniendo
en cuenta que el MCER posee un enfoque orientado a la acción. No
obstante, entender que todo el sistema educativo finlandés es muy
superior a otros, sería, quizás, caer en estereotipos que no
contemplan otros aspectos de la realidad social del país.
Las
competencias son, pues, fundamentales en el aprendizaje, y trabajar
por proyectos es una de las tantas herramientas que se pueden
utilizar. Asimismo, los cursos o programas orientados al aprendizaje
para la vida real cobran especial relevancia en el desarrollo de las
competencias. En este ejemplo, se ha intentado unir el
aprendizaje de tipo informático con la mejora de un idioma y se ha
procurado que la puesta en práctica de las actividades tenga
relación con actividades de la vida real, como sería contactar con
un arrendatario en un país extranjero. Asimismo, en este caso se
tendrían que poner en marcha las competencias no solo del saber
hacer, sino también las del saber, ya que todas las interacciones
con otra cultura conllevan, pues, que se tenga en cuenta
conocimientos socioculturales y consciencia intercultural entre
otros.
Las
competencias son, pues, parte integral del aprendizaje para y a lo
largo de toda la vida, y su desarrollo compete a las diferentes
instituciones y al profesorado, como agente en contacto directo con
el alumnado. Cabe destacar, sin embargo, que estas competencias, y en
especial aquellas relacionadas con la percepción, comprensión y
relación con otros países y culturas merece un cuidado especial con
el fin de no caer en estereotipos que comprendan una sola realidad.
¡Hola Carla!
ResponderEliminarEnhorabuena por tu entrada de blog, me ha parecido muy interesante. Creo que has hecho una afirmación especialmente en toda la entrada y es que no se puede calificar a un sistema educativo como el sistema ideal o perfecto, ya que cada sistema debe adaptarse a su contexto y las necesidades que de este derivan. También me ha resultado muy interesante saber que se enseña cocina en el sistema finlandés y tu análisis sobre cómo esto fomenta el desarrollo de alguna de las competencias clave.
Muy buena entrada de blog Carla :)