En
el proceso de enseñanza-aprendizaje de lenguas, debemos tener en
cuenta una serie de elementos que acompañan a esta tarea y que se
recogen en unos documentos denominados programaciones didácticas, de
las cuales hablaremos a continuación.
Las
programaciones son diseñadas por los departamentos de cada materia
con el fin de planificar y concretar las medidas que se llevarán a
cabo para coordinar las tareas del profesorado en una etapa
determinada. Incluyen el contexto del alumnado, los objetivos, las
competencias y elementos transversales, los recursos, las medidas de
atención a la diversidad, los contenidos y la manera en la que se
secuencian, así como los mínimos exigibles, el grado mínimo de
consecución y las herramientas de evaluación tanto para el
alumnado como para el profesorado. Son un plan general que
posteriormente se concreta en las programaciones de aula. Como ya
hemos visto, tienen en cuenta aspectos concernientes al alumnado y a
sus necesidades, ya que sus fuentes son la epistemológica
(conocimientos sobre la materia), didáctica (PEC, leyes, órdenes),
psicológica (las características psicoevolutivas del alumnado) y la
sociológica (el entorno sociocultural y económico, así como la
variedad de perfiles y ritmos de aprendizaje), todos ellos factores
que se deben tener en cuenta para desarrollar un enfoque metodológico
ecléctico que se adapte a las diferentes circunstancias. Las
programaciones didácticas son, pues, fundamentales para el buen
desempeño de la función docente y se convierten en el eje principal
del proceso.
Fuente: Freepik |
Si del eje principal se tratan, ¿no deberían acaso ser objeto de una mejora constante? Sabemos que en la enseñanza obligatoria, el currículo ha sido objeto de una reforma educativa hace unos años. En el caso de las Escuelas Oficiales de Idiomas, el cambio en los currículos para adaptarse a la nueva normativa educativa no llegó hasta el año pasado, curso 2018-2019, en Galicia bajo el Decreto81/2018. El primer elemento que llama la atención al empezar a leer dicha normativa, es la clasificación de los niveles, desde el A1 al C2, que se corresponden con los niveles de referencia del MCER. Esta
clasificación va conforme al referente europeo por el que se rigen
los niveles en otras instituciones y organismos, por lo que resulta
en un cambio positivo de cara a la obtención de certificados y
competencias que estén en consonancia con el resto de organismos.
Hasta hace poco, el B2 era el nivel avanzado y no existía la
posibilidad de acceder a más niveles, salvo por el C1 en
determinados idiomas. Esta diferencia en los niveles también abría
la puerta a debates como “¿En las Escuelas de Idiomas se da más
nivel del que se certifica?” o ¿Debo pagar a una institución como
Cambridge o la Alliance Française para obtener el nivel que
deseo/necesito?”. La equiparación de estos niveles a los demás
debería, pues, situar a cada etapa con la realmente le corresponde,
si bien todavía surgen debates a este respecto. En especial, cabe
señalar la preocupación por la ampliación de años de estudio que
conlleva en varios casos a 8, en vez de 6, 1 curso por nivel.
Con
independencia de esta nueva clasificación, la reforma incluye un
elemento nuevo, la mediación. Se introduce como una quinta destreza
sumadas a las conocidas CO (comprensión oral), CE (comprensión
escrita), EO (expresión oral) y EE (expresión escrita). Por lo
tanto, las destrezas de expresión oral y escritas pasan a ser PCTO y
PCTE (producción y coproducción oral y escrita respectivamente).
Esta nueva destreza busca cumplir con el fin de ser capaz de llevar a
cabo la tarea de intermediario entre diferentes idiomas, culturas,
personas, etc. Este fin en sí mismo, que responde a las premisas
europeas para la convivencia, es noble. No obstante, este cambio
sumado a otros como la falta de tiempo y la presión por su inminente
instauración en los centros, ha supuesto que el profesorado de los
diferentes centros se vea obligado a establecer este nuevo sistema en
un plazo de tiempo muy reducido. Ante estos cambios, la Consellería
de Educación ha emitido una guía curricular para ayudar con esta
transición, en donde se incluye también un modelo de unidad
temática (el término equivalente a una unidad didáctica en
Escuelas de Idiomas).
No
obstante, estas nuevas directrices siguen siendo fruto de una puesta
en marcha, en mi opinión, precipitada y que no asegura que se lleve
a cabo con eficacia. Desde el punto de vista de los estudiantes,
resulta brusco y en varias ocasiones se nota la falta de información
disponible que brindar al alumnado, en especial en la preparación
para las nuevas pruebas de certificación que deben llevarse a cabo
con el nuevo currículo y la integración de esta nueva destreza. Por
lo tanto, si las programaciones didácticas constituyen un elemento
tan fundamental, ¿no sería más importante asegurarse de que la
transición a un nuevo modelo se lleve a cabo en el tiempo que sea
necesario y no tan precipitadamente?
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