Uno de los elementos utilizados en estas clases de manera
constante es el debate piramidal y el trabajo en equipo, sea este pequeño o
grande. Y si bien casi todos hemos trabajado en grupo en nuestra vida, no siempre
lo hemos hecho en debate piramidal. No obstante, este constituye un método
eficaz para que el alumnado trabaje de manera conjunta y aúne esfuerzos, en
especial cuando la tarea conlleva el análisis de grandes partes de documentos
oficiales, como en el caso del análisis de la organización curricular en ESO y
FP.
No resulta extraño trabajar de esta manera una vez que uno se acostumbra
a la dinámica, lo que facilita que cada vez que se pone en práctica, el tiempo que
tarda un grupo en organizarse es cada vez menor. Asimismo, involucra, como en
el caso del uso de Kahoot, el hecho
de hacer concesiones y llegar a acuerdos sobre la versión final de una
respuesta o análisis. Mediante el uso del debate piramidal se hace un ejercicio
de análisis individual o en parejas, que luego se resume para ponerse en común
con otra pareja y posteriormente se comenta con otro grupo de cuatro miembros
para finalizar en un debate del gran grupo. Asimismo, surge la presencia de un
representante del grupo que se encarga de transmitir las ideas y cuyo rol suele
cumplir siempre la misma persona. En el caso de dar contenido más bien teórico
como en el caso de estas sesiones, dividir las tareas resulta fundamental para
que el alumnado participe de manera activa y se cubran diversas partes de un
tema. Asimismo, esta información posteriormente se comparte a través de un
documento de Google o de una presentación realizada con una herramienta
multimedia.
Si trasvasamos esta dinámica a un aula con estudiantes de la
Escuela de Idiomas y de la ESO, vemos que en una se suele aplicar este método con
más frecuencia que en la otra. Como estudiante de la Escuela de Idiomas,
resulta habitual que se debata en un estilo muy similar al visto en clase. No obstante,
en mis años previos como estudiante de secundaria, el debate prácticamente no
tenía lugar sin importar el nivel en el que me hallase. No obstante, si
queremos que el alumnado ejercite su ciudadanía activa, tal y como recomendaba
el Parlamento Europeo y el Consejo en el año 2006, resulta contradictorio que
esta dinámica no se aplique en la fase crucial en la que un individuo empieza a
formar parte de la realidad social que le rodea.
Uno de los primeros contenidos tratados mediante el debate
piramidal ha sido el de los cuatro elementos imprescindibles que debe contener
una programación. Reducir la clasificación a cuatro fue una tarea que demostró
que prácticamente todos los elementos son de vital importancia. Los contenidos
por su naturaleza epistemológica, la evaluación por la necesidad de ofrecer una
retroalimentación al alumnado de manera continua, el contexto por la
información del entorno que se otorga al docente a la hora de diseñar una
actividad o tarea, la metodología que se va a seguir y los objetivos marcados con
el fin de tener una meta, así como los recursos con los que se cuenta, no necesariamente
de tipo material. Además, un elemento que también resulta fundamental son las
competencias, divididas en siete tipos y que son ineludibles en cualquier tipo
de diseño curricular, ya que vienen pautadas una vez más por la mencionada Recomendacióndel Parlamento Europeo y el Consejo en 2006, que establece las competencias
clave para el aprendizaje permanente.
Y es gracias a esas competencias donde el debate piramidal cobra
especial relevancia, ya que incluye tanto la competencia lingüística, como la
de aprender a aprender, la social y cívica, la digital, la de sentido de
iniciativa y espíritu emprendedor e incluso podría incluirse la matemática y la
de conciencia y expresión cultural. Todos ellos están presentes en el día a día
y las actividades que las fomenten son, pues, fundamentales para su desarrollo.
En ese caso, si las competencias están tan ligadas a la ciudadanía activa que
tanto se busca, el diseño de las tareas debería ser acorde a esa visión y, si
bien, esta está más o menos presente en algunos centros, en otros resulta prácticamente
inexistente. Una búsqueda en las programaciones de algunos centros de enseñanza
secundaria obligatoria al azar demuestra que todavía existe cierta reticencia a
la instauración de este tipo de actividades, bien por falta de organización o
de gestión de grandes grupos a nivel adolescente.