lunes, 18 de febrero de 2019

Lenguas iniciales, segundas, extranjeras...


En lo que respecta a esta parte de la materia, debemos destacar algunos de los aspectos tratados en clase. Cabe señalar, en especial, la diferenciación entre los diferentes tipos de lenguas, como la lengua inicial, la segunda o la extranjera, así como conceptos relativos a su adquisición.

Comenzamos, pues, con la diferente clasificación de las lenguas. En primer lugar, todos entendemos a lo que “lengua materna” se refiere. Es aquella que aprendemos desde niños, de manera inconsciente y que condiciona, en cierta medida, la manera en la que percibimos la realidad. Para empezar, contamos con un grupo de elementos léxicos que denominan objetos, gastronomía o realidades solamente presentes en la sociedad o cultura de una lengua, como podría ser el caso del “sushi”. Estos elementos representan realidad concretas y moldean, así, nuestra percepción de la realidad. Por lo tanto, cada vez que aprendemos una nueva lengua, aprendemos por consiguiente una nueva visión del mundo. Estas nuevas lenguas pueden ser lenguas segundas o lenguas extranjeras. Es importante hacer esta distinción, ya que una lengua extranjera es aquella que se enseña en un determinado entorno como es el de clase. Si tratamos con lenguas adquiridas sin un entorno de enseñanza a través, por ejemplo, de series, libros, etc., hablamos de una segunda lengua. Y es en este momento en el que debemos reflexionar, entonces, acerca del nombre que se le otorga a esa lengua que aprendemos de manera inconsciente y que denominados normalmente como “lengua materna”. Por un lado, si entendemos que hay segundas lenguas, sería más acertado entender que existen “lenguas iniciales”. Por otro lado, hablar de lenguas enseñadas por nuestras madres, puede plantear un problema ya que la diversidad actual de entornos familiares no se refleja en esta descripción. Por ejemplo, en el caso de contar con dos padres, no existiría una “lengua materna” per se. Si contamos con dos madres, ¿a cuál denominaríamos lengua materna?

Además, esta denominación también puede presentar una problemática desde el punto de vista sociolingüístico. En el caso de contar con dos progenitores cuyas lenguas iniciales son diferentes, ¿a cuál denominados la lengua inicial? ¿Tendría una más peso que la otra? ¿Serían ambas lenguas iniciales? La realidad es que una gran parte de la población mundial convive al menos con dos lenguas, que pueden tener la categoría de oficial o ser lenguas extranjeras o segundas y, a nivel personal, cada individuo puede ser bilingüe o tener una alta competencia en dos o tres lenguas, etc. De hecho, resulta difícil medir hasta que punto podemos considerar que sabemos una lengua, ya que en realidad nos movemos en un espectro entre la maestría de una lengua y el reconocimiento de un idioma por su fonética, palabras, etc. Y en este espectro también deberíamos tener en cuenta las variantes regionales, tal y como pudimos comprobar en clase.

A este efecto, llevamos a cabo una actividad mediante la técnica de Diagramas de Venn, que resultaron ser útiles para señalar de manera visual, las características que poseían las lenguas iniciales (L1) y las lenguas segundas o extranjeras (L2), así como las características que tenían en común. El aspecto más reseñable resulta, sin lugar a dudas, el método por el cual se han asimilado las lenguas. Mientras que la L1 se adquiere de manera innata en un entorno libre, la L2 lo hace de manera controlada, en un tiempo y espacio dedicado a su aprendizaje. Por lo demás, ambas comparten diversos aspectos en común como la preponderancia de la oralidad, la construcción de mensajes con sentido y destinatario, etc.


Algunos autores como Krashen han señalado la posibilidad de enseñar las lenguas extranjeras de manera muy similar a las lenguas iniciales, ya que la adquisición de ambas no es muy diferente salvo por algunos factores. Por ello, mediante lo que tanto él como Tracy Terrell proponen en su Natural Approach es un estilo de aprendizaje basado en un entorno más natural, en la emulación de situaciones parecidas a las que se vivirían en la L1. Este enfoque es significativo ya que la tendencia actual es hacia un aprendizaje para la vida, donde los proyectos CLIL buscan entrecruzar la enseñanza de contenidos a través de otras lenguas y donde también se fomenta el aprendizaje de lenguas incluyendo elementos transversales.



Un aspecto reseñable relacionado con el aprendizaje de las L2 es el concepto de interlengua, "el sistema lingüístico del estudiante de una segunda lengua o lengua extranjera en cada uno de los estadios sucesivos de adquisición por los que pasa en su proceso de aprendizaje". Se trata de una fase en la que los estudiantes cometen “errores” mientras interiorizan las estructuras de la L2 en su esquema mental. También se ve fuertemente influenciado por la L1, lo que plantea la pregunta: ¿La influencia de la L1 es una problemática o una ayuda? Por un lado, la lengua inicial puede servir de modelo comparativo y en el caso de lenguas de origen común o estructuras semejantes como es el caso del español, el portugués, el italiano o el francés, estas semejanzas pueden sernos de ayuda en la comprensión del funcionamiento de la lengua o del léxico. No obstante, estas semejanzas también pueden generar confusión y llevar a errores. Uno de los ejemplos más simbólicos de este proceso se ve en los “falsos amigos” embarrassed (avergonzado)-embarazada (pregnant) entre el inglés y el español. En este debate también entra en juego la concepción de que existen idiomas más fáciles y más difíciles. No obstante, una vez más podríamos decir que esta facilidad o complejidad depende de la relación de la L2 con la L1 de cada individuo. En algunas áreas de la lengua podríamos tener más facilidad que en otras y esto cambiaría con cada L2 que aprendiéramos. Por ejemplo, si nuestra lengua inicial es el español, el italiano nos puede ser más fácil de comprender que el alemán, puesto que estableceremos relaciones de sentido entre ambas lenguas. No obstante, el sistema verbal del inglés nos podría ser más simple de aprender que el del francés, donde nos hace falta saber la forma exacta para cada persona y tiempo, mientras que en inglés eliminaríamos el factor forma excepto por la tercera persona del singular. Podemos argumentar que no hay, pues, lenguas más fáciles o más difíciles.

La presencia de diferentes lenguas está muy presente en el entorno laboral, donde coexisten lenguas de trabajo, lenguas vehiculares, etc., donde debemos adaptarnos a las circunstancias en las que nos hallemos. Mediante una actividad de Placemat, debatimos en clase algunas preguntas como la siguiente: Pedro é da Coruña e traballa no Zara de Marineda City. Aprendeu a falar en castelán. Que lingua falará cun cliente que lle fale en galego? E cun cliente que lle fale inglés? Ante esta pregunta, muchos pensamos que intentaría hablar en inglés, pero que de no ser posible, lo intentaría en español. La verdad es que no siempre se está preparado para trabajar con otras lenguas, incluso con una como el inglés.


Quizás una de las posibles respuestas se halle en el análisis de las metodologías empleadas. Descartando el uso de un método tradicional basado en la gramática-traducción con poco enfoque comunicativo, también debemos destacar el rol de los libros de textos. A pesar de las nuevas prácticas docentes innovadoras y el desdén por el uso del libro de texto, este puede convertirse en una herramienta útil. El problema no radica, pues, en su uso, sino en el formato y estructura del mismo. Uno de los aspectos clave de un idioma como la fonética, a menudo quedan relegados al olvido en estos manuales.


 No podemos olvidar que vivimos en un mundo cada vez más plurilingüe, con nuevas realidades sociales y culturales, y que debemos adaptarnos a estos tiempos con metodologías que además de ser innovadoras, abarquen todos los aspectos de la lengua.





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